Hay locura en la medida en que tras el desgarrón y la ruptura se reagrupan los elementos de esta furiosa cosecha para crear un ritmo nuevo en el que las escenas y las secuencias se suceden con
la energía y la luz propia de los fauvistas.
Un árbol encendido, un cielo rosado, una pared trasparente: la confusión es máxima.
La visión de Carlos Nadal no es la que su curiosidad hubiera arbitrariamente decidido mostranos, si no la de su mundo interior.
Una visión única del universo, una misma coherencia.
Cualquiera que sea el tema o el motivo.
Alejandro Nadal
El mundo de Nadal, no es un mundo de locos sino un mundo de locura, un mundo resplandeciente en el que elementos diversos convergen en un mismo frenesí.
Hay locura en la medida en que tras el desgarrón y la ruptura se reagrupan los elementos de esta furiosa cosecha para crear un ritmo nuevo en el que las escenas y las secuencias se suceden con
la energía y la luz propia de los fauvistas.
Un árbol encendido, un cielo rosado, una pared trasparente: la confusión es máxima.
La visión de Carlos Nadal no es la que su curiosidad hubiera arbitrariamente decidido mostranos, si no la de su mundo interior.
Una visión única del universo, una misma coherencia.
Cualquiera que sea el tema o el motivo.
Alejandro Nadal
Hay locura en la medida en que tras el desgarrón y la ruptura se reagrupan los elementos de esta furiosa cosecha para crear un ritmo nuevo en el que las escenas y las secuencias se suceden con
la energía y la luz propia de los fauvistas.
Un árbol encendido, un cielo rosado, una pared trasparente: la confusión es máxima.
La visión de Carlos Nadal no es la que su curiosidad hubiera arbitrariamente decidido mostranos, si no la de su mundo interior.
Una visión única del universo, una misma coherencia.
Cualquiera que sea el tema o el motivo.
Alejandro Nadal 