Exposición.

A inicios del s. XX, París se convirtió en el centro artístico más importante del momento. Artistas franceses e internacionales se reunían en la ciudad para dar vida a las nuevas vanguardias que dominarían los años posteriores. No obstante, la Segunda Guerra Mundial, provocó la dispersión de artistas hacia países como Estados Unidos, generando un debate sobre si París continuaría siendo la capital del arte, o si Nueva York ocuparía su lugar.

“París 1940 – 1980. Ciudad en movimiento” muestra cómo, durante este periodo, la capital francesa continuó siendo un refugio para numerosos artistas y un lugar fundamental para la creación de nuevos estilos.

En Nueva York se forjó una identidad cohesiva a través del expresionismo abstracto. Sin embargo, París siguió conviviendo con multitud de lenguajes visuales, como la abstracción, el informalismo o el surrealismo. Esto dio pie a una gran diversidad artística dependiente, en gran parte, de los artistas extranjeros como los presentes en la muestra: Vasarely, Picasso, Miró, Poliakoff, Hartung.

La ciudad del Sena acogió autores muy diversos y a la vez se convirtió en un punto de referencia expositiva para muchos que no residían oficialmente allí. Consecuentemente, se reveló como un lugar imposible de encapsular a través de un artista o movimiento, así como un espacio de inspiración, creatividad y libertad, sin el cual el panorama artístico contemporáneo no habría podido florecer.