La Vanguardia, domingo 1 de enero de 2012
Antoni Clavé (Barcelona 1913-Saint-Tropez 2005) estudió en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con Fèlix Mestres y, posteriormente, con Ángel Ferrant y Josep Mongrell. Inició su actividad artística dentro de la ilustración y el cartel publicitario trabajando para la Cinaes y la Metro-Goldwin-Mayer. Tras combatir en el bando republicano, se exilia a París en 1939, donde realiza sus primeros trabajos escenográficos, faceta en la que con el paso del tiempo se convertirá en una figura internacional. En 1944 conce a Picasso, que influirá notablemente en su expresión posterior convirtiéndose en unos de los miembros más sobresalientes de la Escuela Española de París, elaborando unas pinturas figurativas e intimistas en las que se aprecia un cierto aire melancólico que le entronca con Bonnard y Vuillard.
De esa etapa, que abarca hasta finales de la década de los cuarenta, hay varios cuadros en la exposición de la galería Jordi Pascual, como la familiar Janine et Jacques en la que utiliza colores templados,
Bodegón (1948) compuesto por frutas sintéticas,
Femme á la plage (1946),
Fillete au chat (1950) y
Bailarines (1945), la composición menos lograda de todas las que se exhiben en esta muestra. Los temas clavetianos de esta etapa son interiores tranquilos a menudo con mujeres bañándose o aseándose, paisajes soleados cuya intensidad cromática y luminosa es una de sus características fundamentales.
Fillete avec cage et oiseau (1951) es un bello cuadro que plasma a una niña dibujada en azules que observa al pájaro encerrado en la jaula con una conmiserativa mirada.
La representación de obras de los años cincuenta es significativa porque coincide con su decisión de dedicarse exclusivamente a la pintura y en Jordi Pascual hay cuadros como
Femme peintre (1953),
Nature morte et poisson (1954),
Femme des Baleares (1954),
Femme peintre (1951), realizando esta década naturalezas muertas, paisajes y temas de Gargantúa, animando sus músicos y arlequines óleos y collages junto con las series de reyes y guerreros, posiblemente las obras de Clavé más cotizadas, representadas en la exposición por un monarca emblemático
Roi à l’oiseau (1957), un óleo y collage sobre tabla de 76×56 cm que muestra la potencia expresiva de esta serie tan buscada por los coleccionistas.
Poisson (1958) es una obra sintética que roza la abstracción al estar elaborada con un notable cargamento sígnico.
En 1960 se produce otro cambio en el proceso evolutivo del artista barcelonés en el que agudiza la expresividad, con esculturas en plomo y otros materiales, surgiendo los denominados
instrumentos extraños, piezas tridimensionales y objetos artísticos de gran originalidad.
En 1963 investiga la técnica de los
assemblages de telas, surgiendo sus imaginativas
tapicerías-assemblages que presenta en diferentes exposiciones museísticas. Mediada esta década se despierta en Clavé una gran admiración por El Greco, que va a plasmarse en una serie de telas y litografías que tienen como referente El caballero de la mano en el pecho, representado como un ectoplasma. Clavé, además de homenajear a Theotokópoulos siguiendo su forma de representación, hace un guiño a la modernidad representada por su pintura, tal como queda patente en
Le main (1964).
Carlos García-Osuna