Revista Subastas del siglo XXI, marzo 2012.
Casi cuatro décadas de creación de Carlos Nadal, el gran maestro del color intenso y vibrante, se concentran en la exposición que, comisariada por su hijo Alejandro, estará abierta hasta el 30 de abril en la galería Jordi Pascual de Barcelona. Un despliegue de luz y alegría que cautivará a todos los visitantes.
Los inicios de Carlos Nadal están ligados a la pintura decorativa:su propio padre era pintor decorador y tuvo un primer aprendizaje en este ámbito que después ampliaría, formándose con las mejores calificaciones y el reconocimiento de profesores y catedráticos en la Escuela de la Lonja y en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge, en Barcelona. En 1935 fue galardonado con el segundo premio en la Exposición de la Agrupación de Acuarelistas de Catalunña, a lo que siguieron otros muchos y variados premios nacionales a lo largo de toda su vida. Aunque viajó y residió en París, Bruselas y Barcelona, su estancia en la
Ciudad de la luz durante la década de 1940 fue la clave para el desarrollo definitivo de su particular estilo: una pintura franca, de factura directa y vigorosos empastes que refleja los aspectos de la vida cotidiana a través de una pincelada amplia y un color heredado de los grandes maestros
fauves.
Para la presente muestra se han elegido veintidós piezas de este período, entre las que se encuentra la vista de un parque de Bruselas fechada en 1949,
Cuenca y sus casas colgadas, obra de 1978 que formó parte de la exposición
9 pintores catalanes en Cuenca celebrada aquel mismo año en la Casa de la Cultura de la capital manchega, o
Sillones, un interior de 1975, catalogado y expuesto por primera vez al público en Sitges en 1975 y después en Londres.
Como en Matisse, la vibrante paleta de colores de Nadal se despega de la realidad para adquirir un protagonismo que se impone sobre el dibujo. No importa el género pictórico; objetos y figuras se plasman con líneas sinuosas cuya sensualidad se acentúa por el uso de tonos irreales y contrastados que trasladan al espectador hasta un opulento mundo del que se podrá disfrutar a lo largo de dos meses en la galería barcelonesa.
Raquel Sigüenza