Rusiñol, Santiago

Santiago Rusiñol nació en Barcelona en 1861 y murió en Aranjuez en 1931. Fue uno de los artistas más polifacéticos del modernismo catalán: escritor, autor teatral, traductor de Baudelaire, coleccionista y, sobre todo, pintor.
Nació en una familia de la alta burguesía catalana y, siendo adolescente, trabajó en el negocio textil familiar. Huérfano a los 22 años tuvo que hacerse cargo de la empresa y no pudo dedicarse a la pintura. Dibujaba a escondidas ya que su abuelo le prohibía pintar.
Su formación artística fue prácticamente autodidacta. Estudió con Moragas, representante de la pintura costumbrista, bajo influjo de Fortuny. Admiraba a Vayreda que junto con Marti i Alsina introducieron en España el realismo francés, los temas cotidianos y la pintura al aire libre.
Desde joven amante del paisaje, se inscribió en la Asociación de excusiones catalana, interesada también en los monumentos y antigüedades, acorde con una idea romántica.
En 1882 participó en un concurso de dibujos de hierros forjados y allí nació su afición a coleccionarlos.
En 1886 se casó con Llüisa Denis y un año después murió su abuelo y su vida dio un giro radical. Se desvinculó del negocio familiar y en 1888 abandonó a su mujer y a su única hija.
En 1889 Rusiñol y su amigo el pintor Ramón Casas realizaron muchas actividades juntos. Expusieron en la Sala Parés de Barcelona sus retratos recíprocos, en un ambiente degradado, escandalizando a la burguesía catalana a la que ambos pertenecían.
Introvertido y atormentado, la pintura y la literatura se convirtieron en su principal vocación.
Pasó largas estancias en Paris; primero, en el bohemio barrio de Montmartre donde realizó retratos, vistas urbanas, escenas de interior y temas marginales.En su segunda estancia en París se instaló con Casas en el Moulin de La Galette, en donde escribió sus crónicas Desde el Molino que ilustró Casas y se publicaron en La Vanguardia.
En 1893 compartió un apartamento en el Quai de Boubon con el pintor Ignacio Zuloaga con quien visitó Italia, sobre todo Florencia, y se enamoró del paisaje embellecido, en vez del natural que impusieron los impresionistas.
Descubrió la poética del jardín abandonado, su obra decadentista por excelencia.
Fue en Granada donde el jardín se conviertió en su tema principal y desde entonces no pintó más que jardines.
En 1895, a causa de una enfermedad renal, su adicción a la morfina le llevó casi a la muerte. Su esposa, que aún seguía enamorada del artista genial y bondadoso, acudió a su lado para iniciar en París una cura. Rusiñol recuperó su creatividad y también a su esposa e hija.
Regresó a España, redescubrió Sitges donde más tarde fundó el taller-museu del Cau Ferrat. Allí organizó las Fiestas modernistas.
En 1908, Rusiñol recibió la medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes.
En la primavera de 1931, superada una crisis de uremia, muy débil, se trasladó a Aranjuez a pintar sus jardines.
La vigilia de su muerte aún pintaba sin pausa.