Castillo, Jorge
Jorge Castillo Casalderrey nació en Pontevedra en 1933. Pasó su infancia en Argentina, donde su padre tuvo que emigrar por razones políticas.
Un accidente le llevó a trabajar en una industria mecánica, donde aprendió dibujo técnico. Empezó a conocer la pintura contemporánea y leyó incansablemente. A partir de 1950 Castillo se dedicó intermitentemente a la pintura y trabó amistad con gallegos notables residentes en Buenos Aires, como Laxeiro, Manuel Colmeiro Guimarás y Luis Seoane. Permaneció en Argentina hasta 1956, año en que vino a España. En 1958 trabó amistad con Juana Mordó, entonces a cargo de la Galería Biosca. Tras unos años en Barcelona, se instaló en París y conoció a la italiana Marienza Binetti, a quien retratará durante años constantemente. A finales de los años 60 la obra de Castillo se abrió camino en toda Europa y en Nueva York. Su tríptico de grandes dimensiones titulado Palomares, sobre el incidente de la bomba atómica perdida por los norteamericanos en aguas del bajo Mediterráneo, alcanzó fama mundial.
En 1969 fue invitado a residir y trabajar durante un año en Berlín, donde realizó numerosas pinturas, grabados y esculturas. En los años 60 la fama de Castillo se consolidó y presentó exposiciones en las principales galerías del mundo.
En 1977 apareció la primera monografía sobre el artista escrita por Werner Haftmaum. Le seguiran otras de historiadores extranjeros como Ratcliff.
El 1982 la galeria Marlborough de Nueva York pasó a ser su representante.
En su ciudad natal, Pontevedra, se le dedicó una sala especial durante la celebración de la Bienal, en 1988. La citada galería neoyorkina y el Meadows Museum de Dallas, Texas, le dedicó grandes exposiciones que se repiten en Barcelona y Santiago de Compostela durante el año 1990.
La obra de Jorge Castillo figura en museos de todo el mundo como el Guggenheim de Nueva York, donde Castillo fija su residencia y tiene un amplio estudio. Sus esculturas se emplazan en lugares públicos de las ciudades más importantes del occidente europeo. Santiago de Compostela será sede de su museo permanente.
Su obra se aproxima al surrealismo, aunque también está cerca, a veces, de un cierto hiperrealismo muy personal.