Revista
Tendencias del mercado del arte, diciembre 2011
La Galería Jordi Pascual de Barcelona expone una selección de obras de
Antoni Clavé (Barcelona, 1913 – Saint Tropez 2005) de los años 40 a los 60. Pintor y escultor, Clavé es uno de los representantes de la segunda Escuela de París y uno de los grandes del informalismo catalán. Empezó su carrera dedicándose al cartelismo y a la escenografía teatral, aunque su vida cambió cuando en 1939 tuvo que abandonar España y se instaló en París. Sus inicios fueron duros, en 1941 instaló su taller en Montparnasse y un año más tarde, nació su hijo Jacques; el nacimiento de su hijo generó una pintura muy intimista y familiar, como
Janine et Jacques, de 1944, una obra en la que puede apreciarse la influencia de Vuillard y Bonnard, los nabis, con una pintura expresiva, con escenas cotidianas de recogimiento familiar, marcada por su decorativismo. Ese mismo año (1944), Clavé conoció a Picasso, que causó un fuerte impacto en el joven artista, que en ese momento tenía 31 años. La relación con Picasso le llevó a la búsqueda de nuevas técnicas, en las que llegó a ser un verdadero virtuoso. Clavé experimentaba constantemente con el collage y lo matérico, y empezó también con la descomposición de la imagen. En
Bailarines, de 1945, es visible ya un cambio respecto a la etapa influenciada por los nabis; aquí vemos un Clavé muy expresionista, más austero en el colorido, con sus azules y negros, y con protagonismo de la mancha crómatica y del movimiento. En
Femme à la plage, de 1946, el concepto de espacio y de perspectiva están ya completamente distorsionados.
Clavé tuvo una gran actividad en el mundo del teatro y del ballet; 1949 fue un año exitoso para el artista catalán, participó en el Salón de Otoño y realizó también decorados y figurines para
Carmen, representada por los Ballets de París de Roland Petit. También realizó carteles para la compañía del famoso coreógrafo y bailarín, a quien estuvieron ligados también nombres como Picasso, Yves Saint Laurent… En los años 50, Clavé logró ya un franco reconocimiento; de esta etapa es
Fillete au chat, de 1950, una pintura con sus típico colores rojo y negro, expresiva, barroca, que contrasta con
Femme des Baleares, de 1954, un mismo tema mucho más austero en cuanto a color y en el que se ve que su manera post-cubista roza la abstracción, aunque la magistral interpretación post-cubista de Clavé es visible en
Nature morte et poisson, de 1954.
Clavé ha sido uno de los artistas que ha dedicado parte de su obra a la ilustración literaria, concretamente a la obra de los poetas. Algunos de sus predilectos fueron Saint-John Perse, a cuya obra
La Gloire de Rois Clavé dedicó sus trabajos, y Alexandre Pouchkine, poeta ruso, creador de la literatura rusa moderna, traducido por Merimée. Atraído por el mundo medieval de reyes, guerreros y caballeros, en los años 50, Clavé empezó su serie dedicada a la imagen del rey, que a lo largo de los años ha ido evolucionando desde una figuración expresionista hasta el collage y la abstracción. A esta iconografía propia, pertenece
Roi à l’oiseau, de 1957. Clavé utilitzó ricas texturas, huellas, graffiti y
trompe l’oeil, construyendo un mundo propio, a menudo inquietante, donde el hombre es el centro de toda preocupación existencial, que se ha convertido en una constante inconfundible en su obra.
Mar Fortuny