El centenario de ClavéVolver

LClave. Guerrier aux yeux rouges. 130x97 cm. olitelaa Vanguardia, 31 de Marzo de 2013. La galería Jordi Pascual ha reunido una quincena de obras que representan casi cincuenta años de creación en la retrospectiva que dedica a Antoni Clavé para commemorar el centenario del nacimiento del pintor barcelonés, fallecido en Saint-Tropez en el 2005. La pintura más antigua está fechada en 1945 (Bailarines) y coincide junto a Bodegón (1948) con la etapa bonnardiana y vuillardiana en la que el intimismo y la lírica son componentesde estos cuadros de equilibrada belleza. Un signe (1992) es la más moderna y ya pertenece a su última época en la que Clavé se convierte en un pintor abstracto tras su exposición celebrada en 1986 bajo el título de Retorno de Japón. En los años cincuenta aparecen sus reyes y guerreros que continuarán protagonizando su expresión en los siguientes años, a mi entender lo más destacado de la producción clavetiana, en la que inicialmente se combina un notable realismo con la iconografía medieval pasando posteriormente a desaparecer la forma que es sustituida por el trazo, las texturas y un cromatismo sugerente. Aquí hay varios ejemplos notables, com son Roi (1960), Le Roi (1964), Guerrier au fond marron (1968) y Guerrier aux yeux rouges (1971). En los años 70 realiza montajes con cuerdas y maderas e introduce los papeles de embalar arrugados en trampantojo, utilizando una curiosidad, fundamentalmente en los obsequios a sus amigos galeristas, que es la elaboración de unas ocurrentes composiciones con los envoltorios de los turrones en los que la gestualidad se impone y que podrían pertenencer a su panoplia de Instrumentos extraños, esculturas y objetos artísticos de singular originalidad. Sus esculturas de plomo que no están presentes en esta muestra y que no alcanzaron el merecido recnonocimiento, de estirpe surrealista, las llevó como representación española, junto a otros tres artistas, a la Bienal de Pequeña  Escultura de Budapest en 1987, donde consiguió el primer premio comisario  de nuestro país junto con el escultor granadino, Miguel Moreno. Regresando a la muestra de Jordi Pascual, hay que certificar que las elucubraciones de Clavé están servidas por una técnica de grandes manchas, de inquietos e inesperados colores cuya única  eficacia cromática, deslumbradora y totalizadora, impone el luminoso sincretismo de sus exacerbadas imágenes. Desde que conoció a Pablo Picasso en 1944 en París, Clavé no dejó de reconocer la influencia del genial malagueño en su obra, hasta el extremo que le llegó a celebrar con más de un Homenaje a don Pablo.  Carlos García-Osuna